lunes, mayo 08, 2006

El Dalai Lama en Chile.


Es el Lama número 14 -el primero nació en 1351 d.C.- y es la reencarnación del Buda de la Compasión. Pero no nació como un niño especial, sino como un pobre tibetano, llamado Lhamo Thondop, hijo de una pequeña familia que vivía con precariedad. Su madre, "la persona más amable que he conocido en mi vida", tuvo 16 hijos, y sólo 7 sobrevivieron. Sus padres jamás pensaron que su pequeño podría ser la reencarnación del Dalai Lama anterior, que había muerto en 1933. Pero un comité de búsqueda lo halló, descifrando los signos establecidos por la tradición, que incluían mostrarle los objetos personales del antecesor, que el niño de dos años, reconoció como propios. "Es mío, es mío", decía.
Y así, Lhamo pasó a ser reconocido como el nuevo Lama, y de su casa pequeña, un tanto oscura, se fue a un monasterio y se su vida simple, comenzó su entrenamiento para ser líder espiritual y también político de su pueblo.
Y esta es la clave de su vida. Sus antecesores no debieron luchar, con la fuerza que él ha debido hacerlo, por la existencia de su país, que fue invadido por China en 1950, obligando al propio Dalai Lama a exiliarse nueve años después en Dharamsala, India, donde vive hasta hoy con muchos de sus compatriotas. No sólo ha debido soportar eso: según los tibetanos, los chinos han dado muerte posteriormente, a través de ejecuciones, tortura y hambruna, a cerca de 1,2 millones de personas, y han destruido miles de monasterios y templos budistas.
Su liderazgo espiritual como máximo monje budista -religión que tiene dos mil quinientos años de antigüedad y 500 millones de seguidores- ha debido convivir con su faceta de político, uno que debe hacer lobby por todo elmundo para tratar de que exista una solución pacífica para el Tíbet. Sin embargo, hasta ahora, su gran triunfo ha sido ser reconocido como referente espiritual global. La batalla política no ha resultado exitosa. Y aunque grandes personajes políticos de todo el mundo han apoyado su causa (la lista de su página oficial de viajes, premios y reuniones con dignatarios es colosal), las condiciones de los tibetanos siguen siendo de sometimiento a China.
A este Dalai, además, le ha tocado ver cómo China, su rival histórico, se ha convertido en una superpotencia, que produce temor también entre los más poderosos países del mundo. A pesar de haber apelado dos veces a la ONU, y que la Asamblea General ha adoptado tres resoluciones sobre el Tíbet, nada ha pasado. China es el enemigo que hoy nadie quiere -ni puede- tener. Por ello, muchos presidentes no se reúnen con él en sus visitas, aunque no es la respuesta oficial que ofrecen. Pasó con Rodríguez Zapatero en España, y hasta el cierre de esta edición, con la Presidenta Bachelet en Chile, que "por problemas de agenda", no se había encontrado con el Dalai Lama.
Pensando en el futuro que podrían tener estas presiones, y para impedir que el gobierno chino controle a su sucesor, el Dalai ya anunció que será un niño nacido en el exilio quien lo siga, y que él podría morir tranquilamente en la India, si la solución a la libertad de su pueblo, de seis millones de tibetanos, no llega mientras él esté.
Revista El Sábado, 06 de mayo de 2006.