martes, enero 10, 2006

Continuidad De Los Parques

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Julio Cortázar.

8 comentarios:

Close Up dijo...

No debiera postear con una pregunta, pero tengo una curiosidad inquietante. Me pregunto ¿por qué fue cruel tu comienzo de año?

Close Up

Fantômas dijo...

Fue cruel, porque el hombre que la ama, no estaba en su casa cuando ella llego a tocar a su puerta. Él salio a buscarse, por eso no estaba y cuando me encontré, era demasiado tarde. Ella ya no estaba, lógico.

Fantômas dijo...

Gracias por tus palabras relatoras, explican todo muy bien. Te muestras tan sutil al hablarle a quien sabe quién lo que pasa entre nosotros.
Todo estaba cerrado, ahora me imagino que todo está muy abierto. Para que seguir tu juego de ventilar cosas de algo “nuestro”. Pero te recuerdo que cuando uno relata algo sucedido, debe ser justo y relatar todo. Ah, lo siento, verdad que eso no te conviene.

Francisco Javier Arrieta Urrutia

Anónimo dijo...

Disculpa por las palabras, se me olvidaba que ya no soy tuyo y que lo nuestro ya no me pertenece...

FJAU

εïз..·´¯'Anais..·´¯'εïз dijo...

Todo lo nuestro no existe... o tendria que recuperarse con mucho tiempo.

Close Up dijo...

Anaís: Lo que te ocurrió bien podría ser parte de un talk show chilensis (el chacotero sentimental, el diario de eva, el tribunal de Pablito Aguilera o pasiones).
Humildemente valoro la confianza que tuviste al darte el tiempo para escribir sobre una pena (no podría hacerlo), con la gallardía que lo hiciste.
En lo particular creo que no procede de mi parte juzgarlo a él como victimario ni a tí como víctima.
Creo que tu relación cumplió un ciclo (puede venir otro o simplemente ser el último).

¡¡Arriba el ánimo tienes todo el verano para pasarlo excelente!!!

BalTaZar dijo...

Hola.... Sólo pasaba por acá para saludarte... porque definitivamente no entiendo el caos de trincheras emocionales que hay por aquí... Tan sólo espero que estés muy bien... y sigas adelante....

[Bienvenidos a Mi Cuarto Oscuro]

Anónimo dijo...

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