domingo, agosto 06, 2006

Oración de los soberbios

"Oh, Padre nuestro, que estás en los Cielos, aunque no circunscrito a ellos, sino por el mayor amor que arriba sientes hacia los primeros efectos; alabado sea Tu nombre y Tu poder por todas las criaturas, así como se deben dar gracias a las dulces emanaciones de tu bondad. Venga a nosotros Tu reino a la que nosotros no podemos llegar por nosotros mismos, a pesar de toda nuestra inteligencia, si ella no desciende hasta nosotros. Así como los ángeles te sacrifican su voluntad cantando Hosanna, deben sacrificar la suya los hombres. Danos hoy el pan cotidiano, sin el cual retrocede por este áspero desierto aquel que más se afana por avanzar. Y así como nosotros perdonamos a cada cual el mal que nos ha hecho padecer, perdónanos Tú, benigno, sin mirar a nuestros méritos. No pongas a prueba nuestra virtud que tan fácilmente se abate contra el antiguo adversario, sino líbranos de él, que la instiga de tantos modos. No hacemos, ¡oh, Señor amado!, esta última súplica por nosotros, pues ya no tenemos necesidad de ella, sino por los que tras nosotros quedan"

De esta suerte, pidiendo por ellas y para nosotros un feliz viaje, iban aquellas almas soportando su carga, semejante a la que a veces cree uno llevar cuando sueña. Desigualmente cargadas y desfallecidas caminaban alrededor del primer círculo, a fin de purificarse de las vanidades del mundo.


Dante Alighieri - "La Divina Comedia".